Alto militar ruso, desilusionado con propuestas de EEUU sobre defensa antimisil: "Moscú, 17 de octubre, RIA Novosti. El jefe del Estado Mayor del Ejército ruso, Yuri Baluievski, parece sentirse desilusionado con la reciente visita de Condoleezza Rice y Robert Gates a Moscú porque, en realidad, no aportó propuestas novedosas en materia de defensa antimisil (DAM), tema que sigue siendo objeto de divergencias entre Moscú y Washington."



(Via RIA Novosti.)

Alto militar ruso, desilusionado con propuestas de EEUU sobre defensa antimisil

Solana y Larijani se entrevistarán en Roma la próxima semana: "Teherán, 17 de octubre, RIA Novosti. El alto representante de Política Exterior y Seguridad de la UE, Javier Solana, se entrevistará el 23 de octubre en Roma con el principal negociador iraní para asuntos nucleares, Ali Larijani."



(Via RIA Novosti.)

Solana y Larijani se entrevistarán en Roma la próxima semana

Rusia ofrece a Europa y EEUU construir un sistema común antimisiles

Publicado en La Vanguardia,
31/03/07

Por Dmitri Polikárpov,
Moscú.

Rusia invitó ayer a Europa y Estados Unidos a crear un sistema de defensa antimisiles común y anunció que estaría dispuesta a colocar en su territorio elementos de este escudo nuclear. Pero solo si Washington abandona sus planes de extender a las fronteras rusas su Sistema Nacional de Defensa contra Misiles, un programa del Pentágono para interceptar misiles balísticos en vuelo.

"Si nos ponemos de acuerdo en lo que se refiere a las amenazas de las que queremos protegernos, estaríamos dispuestos a colaborar en un sistema antimisiles común con la participación de Europa y EEUU", dijo un alto cargo del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso.

El Kremlin está en negociaciones con Washington sobre el plan del presidente estadounidense, George Bush, de instalar en la República Checa y Polonia elementos del escudo antimisiles norteamericano para protegerse de los llamados "estados proscritos" como Corea del Norte o Irán.

- El Kremlin considera una amenaza el escudo estadounidense -

En Polonia se construirá una base para el lanzamiento de misiles capaces de derribar los cohetes que pudiesen ser disparados desde Oriente Próximo contra suelo norteamericano. La República Checa acogería una base con los radares que detectarían el lanzamiento de los misiles. El Kremlin considera como una amenaza a su seguridad nacional el despliegue del escudo estadounidense.

"Si nuestros socios nos convencen de que existe una amenaza por parte de Irán y Corea del Norte, tendía sentido utilizar nuestro territorio. No veo por qué no lo haríamos", dijo el diplomático ruso. Rusia había estado en negociaciones con la OTAN sobre un escudo nuclear común el año pasado, hasta que EEUU decidió desplegar en Europa su propio escudo antimisiles.

La Prueba de Misil Anti-Satélite de China, está Justificada

By Dhananjay Khadilkar
16/02/07

MUMBAI: La prueba de misil anti-satélite de China, está justificada y es la manera para forzar las negociaciones de los EEUU para detener la proliferación de armas en el espacio. Esto fue constatado por Alfred Webre, co-arquitecto del TPE-Tratado para la Preservación del Espacio y el Acta para la Preservación del Espacio, la cual fue introducida en el Congreso de los EEUU.

Hablando con DNA, Webre dijo que durante los pasados 6 años, China y Rusia han jugado un papel positivo para detener la proliferación de armas en el espacio. De todas maneras, la Administración Bush, terminó unilateralmente el (ABM) Tratado de Anti-Misiles Balísticos, firmado por Nixon y Brezhnev en 2002; con la clara intención de desarrollar sofisticadas armas basadas en el espacio, para dominar el mundo. Fue en respuesta a la beligerancia de los EEUU que China llevó a cabo la prueba de un misil anti-satélite. Según Webre, el Gobierno de los EEUU está involucrado en la creación de una plataforma en el espacio la cual será utilizada para lanzar láseres y armas con uranio empobrecido (llamadas "Rods of God") con la clara intención de dominar la Tierra y el Espacio.

"Las nuevas armas basadas en tecnologías espaciales son tan sofisticadas que podrían alcanzar un objetivo del tamaño de un balón de baloncesto", dijo Webre.

Los EEUU pretenden reclamar la propiedad del espacio exterior, violando el Tratado del Espacio Exterior de 1967. Webre siente que, aunque existe cierta justificación, existen numerosos aspectos negativos asociados a la prueba de China.

"Los EEUU usarán dicha prueba como excusa, para acelerar el desarrollo del sistema de defensa anti-misiles. La destrucción de un satélite, ha resultado en un incremento de la basura espacial, la cual supone una gran amenaza para otros satélites y demás vehículos espaciales", añadió Webre.

Considerando el escenario geopolítico actual, en el cual China está enfrentada a los EEUU, la prueba anti-satélite no será suficiente para forzar a los EEUU "fuera" de su agenda. "Cualquier cosa que haga China, es interpretada como "algo" anti-estadounidense y vice-versa. De ésta manera, un tercer país puede jugar un papel crucial en acercar a los dos países a la mesa de negociaciones y firmar el TPE", constató Webre.

Según Webre dicho país podría ser la India. "La India es una superpotencia con capacidad espacial, así cómo un abogado de la no-proliferación".

La India puede, fácilmente, atraer a diversos países para que firmen el Tratado para la Preservación del Espacio; el cual terminará con el mandato de las armas en el espacio y promueve una economía espacial.

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Artículo Original en:

  • http://www.dnaindia.com/report.asp?NewsID=1080422
  • Urge un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio: Un centenar de expertos reunidos en Toulouse reclaman la recuperación de la ambición espacial europea



    Un centenar de expertos reunidos en Toulouse reclaman la recuperación de la ambición espacial europea

    Francia, Alemania, Italia, España, Bélgica y Luxemburgo deberían tomar la iniciativa europea en el tema espacial, que corre el riesgo de convertir a la Unión en un « enano geopolítico », y promover la creación de un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio que impulse y amplíe los programas espaciales actuales y ponga las condiciones para que Europa llegue a la Luna y a Marte. Estas son las principales conclusiones del coloquio Política Espacial y Soberanía Europea que, organizado por PanEurope France, se desarrolló en Toulouse el pasado 17 de noviembre, en el marco del movimiento por la soberanía tecnológica de Europa, con la participación de un centenar de expertos.


    Toulouse (Francia). Jean-Paul Baquiast.
    Europa es todavía una potencia espacial, ya que se beneficia de inversiones decididas en los últimos decenios. Francia ha sido el principal motor de la política espacial europea, seguida de lejos por Italia y Alemania. La participación individual de los otros países europeos permanece simbólica. Se expresa colectivamente en el seno de la Agencia Espacial Europea (ESA) y de los fondos asignados al espacio por la Unión Europea.

    Las decisiones presupuestarias de los ministros europeos del espacio, en preparación para 2007/2008, corren el peligro de permitir, como mucho, la reconducción de las acciones en marcha, sin garantías de continuidad más allá de los próximos cuatro o cinco años. Pero no avanzar significa retroceder.

    Sin embargo, la dimensión estratégica de las políticas espaciales ha cambiado considerablemente desde hace años. La política espacial se ha convertido en un componente esencial del futuro de las civilizaciones en tres aspectos prioritarios inseparables: la seguridad y la defensa, la protección contra las crisis ambientales, el suministro de nuevos servicios a las actividades humanas.

    Las políticas espaciales tienen por tanto un efecto motor cada vez mayor sobre la investigación científica, la innovación tecnológica e, incluso, sobre la dinamización de la imaginación colectiva. Los programas de exploración del espacio y de los planetas, robotizados y después realizados por humanos, desempeñan un papel decisivo en este sentido.

    Se puede afirmar por lo tanto que sin una política espacial ambiciosa, no puede existir una gran potencia geopolítica, sino más bien “enanos geopolíticos”.

    Derechos sobre el espacio

    Esto es lo que ha comprendido desde siempre Estados Unidos. Las últimas decisiones políticas de la Casa Blanca afirman más que nunca el derecho de Estados Unidos al dominio del espacio y su derecho a eliminar a todos los que supongan una amenaza o meramente una competencia en este campo.

    Pero en esta voluntad de dominio, las potencias emergentes, China y La India, han decidido no dejar ningún monopolio a Estados Unidos. Japón y Rusia, por su parte, reactivan sus políticas espaciales tradicionales.

    Únicamente Europa, tanto a nivel de los Estados como de las instituciones comunitarias, no ha tomado conciencia de estos nuevos desafíos. Va camino de convertirse en uno de los « enanos geopolíticos » evocados, por no haber sabido dotarse de las ambiciones espaciales necesarias para estar a la altura de las exigencias de su supervivencia.

    Por lo que respecta a Francia, en vez de continuar desempeñando en el seno de Europa el papel de líder reconocido y aceptado que ha tenido en el pasado, parece dudar. Los recientes gobiernos de la República no han dado al espacio la prioridad que se requería.

    Tampoco han sabido convencer a la sociedad de la necesidad de hacerlo. Ni siquiera estos gobiernos han estado convencidos de esta necesidad. El período electoral que se vive ahora en Francia podría representar una oportunidad, pero al mismo tiempo marcar el entierro definitivo de las ambiciones espaciales francesas.

    Sin embargo, Francia no puede seguir sola durante mucho tiempo. La hibernación del proyecto de Constitución ha privado a Europa de los órganos políticos necesarios para acometer, por encima de las exigencias de la unanimidad, una estrategia espacial coherente, financiada con medios suficientes.

    Estrategia espacial de soberanía europea

    Pero no es necesario esperar una nueva Constitución. En Europa y en Francia, las fuerzas políticas que desean mantener el desarrollo de una estrategia espacial de soberanía europea, deben extenderse para conducir políticas ambiciosas comunes bajo la forma de la cooperación reforzada. Eso supondrá que puedan apoyarse sobre las agencias existentes (ESA y la Agencia Europea de Defensa EDA).

    En consecuencia, deberán aumentar los presupuestos de estas agencias sin recurrir al presupuesto comunitario. Eso permitirá en primer lugar el aumento de los créditos otorgados a los programas en curso, particularmente Galileo y GMES. Asimismo, permitirá poner en marcha nuevos programas capaces de desempeñar el papel de locomotoras del sector espacial europeo.

    Estos programas deberán explotar la dimensión dual (defensa y seguridad militar y civil) que caracteriza a todos los programas espaciales en el mundo. No se trata únicamente de hacer economías, sino de alcanzar un nivel global de eficacia.

    Uno de estos programas debería centrarse, en el marco de la EDA, sobre la alerta avanzada y la protección del espacio espacial europeo, así como de los intereses vitales de Europa en lo espacial. A medio plazo, debería acometerse el equivalente al programa norteamericano « Regreso a la Luna », con importantes inversiones en lanzadores, orbitadores y aterrizadores, estaciones de suelo, informática avanzada y robótica que ello supone.

    Destino : la Luna y Marte

    Colaboraciones internacionales para alcanzar estos objetivos pueden desarrollarse, pero no deberían afectar a los segmentos esenciales, de los que Europa se vería privada en caso de retirada de sus socios. A más largo plazo, el programa europeo « Destino: la Luna» debería ser el banco de ensayo de un programa de exploración robótica más humana en la perspectiva del planeta Marte.

    Todo ello implica instancias políticas fuertes que todavía no existen. En Francia, debería crearse un Consejo del Espacio presidido por el Presidente de la República. En Europa sería necesario, en el campo de las cooperaciones reforzadas, un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio, que agrupe a los países decididos a invertir (más allá del espíritu del « justo retorno ») en proporción a sus posibilidades. Se trataría en principio de Francia, Alemania, Italia, España, Bélgica y Luxemburgo.

    Las sucesivas presidencias de la Unión, aseguradas por Alemania y después por Francia en 2007, deberían permitir concretar estas ambiciones y adoptar las medidas necesarias.

    Las agencias, particularmente la ESA, han decidido ya adaptarse a las nuevas situaciones tecnológicas y estratéticas. Estas reformas deberían ser apoyadas por los países europeos líderes en el espacio.



    Jean-Paul Baquiast, miembro directivo de PanEurope France y editor de la revista electrónica Automates Intelligents, es el autor del resumen provisional de conclusiones del Coloquio de Toulouse. Este resumen fue publicado originalmente por Automates Intelligents. Se reproduce con autorización. Traducción del francés : Eduardo Martínez.


    miércoles 03 Enero 2007
    Jean-Paul Baquiast

    (Via .)

    Urge un Consejo Europeo de Jefes de Estado para el Espacio

    El TPE en eParliament

    La Iniciativa para la Preservación del Espacio ha sido ya publicada en la base de datos sobre Seguridad Espacial, de la instutición eParliament.

    Pueden contrastar las diversas iniciativas y opciones legislativas para la regulación de las futuras actividades espaciales, civiles, militares y comerciales, de los Estados Miembros y Naciones de las Naciones Unidas en SPT, Idea Summary on Space Security (eParliament)

    Estrategia para el Espacio Ultraterrestre (Extracto)

    ESTRATEGIA PARA EL ESPACIO EXTERIOR:

    (Extracto)

    Teniendo en cuenta que las decisiones de la humanidad, con respecto a la exploración y explotación de los recursos existentes en el espacio y los cuerpos celestes, y de que dichas riquezas pertenecen a todas las personas de la Tierra; cabe destacar que debemos proteger dicho espacio como un santuario para la Paz y exclusivamente destinado a utilidades pacíficas y para el provecho de toda la Humanidad.

    Porqué extender la desagradable intención de la guerra, en semejante nueva frontera, cuando podemos alcanzar un consenso para su utilización pacífica y de hecho, dicha nueva frontera debe ser la única esperanza para todos, para re-conducir nuestras intenciones hacia nuevos y provechosos programas, civiles y militares, siempre desde una perspectiva de cooperación, de paz y de esperanza para el futuro de la Humanidad.

    Mientras destruimos nuestro entorno en la Tierra, mediante explosiones nucleares, abuso político y des-uso medioambiental, el espacio es una frontera prístina y muy valiosa para el futuro de las actividades de la Humanidad. De ésta misma manera, podemos tomar como ejemplo, el acuerdo de más de cuarenta años de mantener los recursos de la Antártida, como un bien internacional. Nos encontramos ante la posibilidad de establecer el mismo tipo de mandato para el espacio ultraterrestre.

    Debemos tener en cuenta que el espacio ultraterrestre ha sido ya militarizado, dando nos cuenta de que alcanzar la des-militarización del espacio es una meta ya demasiado costosa. La opción más acertada sería la de re-conducir los objetivos militares y civiles, hacia unos objetivos no-armamentistas y mediante una extensa cooperación internacional, para el uso pacífico de esta nueva frontera que representa la presencia del hombre en el espacio. Es evidente que el despliegue de armas en el espacio o la creación de sistemas armamentistas anti-satélite, tan solo serviría para fomentar una carrera armamentista entre los demás estados y naciones del mundo. Los estados y naciones que comparten y cooperan para la protección del espacio frente a nuevas amenazas armamentistas, han declarado públicamente las intenciones de la preservación del espacio aunque, con precaución y de manera clandestina han estado desarrollando sistemas y políticas de armamentos basados en tecnologías aerospaciales. La intención de desarrollar armas basadas en tecnologías espaciales, siempre ha sido negada públicamente, aunque considerada como una opción viable y reservada para los sectores privados.

    Es de vital importancia, y nos encontramos en el único momento histórico en el cual podemos alcanzar dicho consenso, para que se establezca una regulación internacional basada en leyes internacionales para la regulación de dicha nueva frontera, para evitar el inminente despliegue de armas y sistemas armamentistas en el espacio. Tengamos en cuenta que si utilizásemos sistemas satelitales para monitorizar el planeta, dispondríamos ya de los recursos y medios necesarios para detectar y evitar cualquier tipo de amenaza, tanto para los actuales sistemas en órbita como para garantizar la seguridad internacional sin el mandato para las armas en el espacio.

    En 1997, el Comandante en Jefe del Comando Espacial de los EE.UU, el General Joseph Ashy, declaró que los Estados Unidos está alcanzando una dependencia enorme en los sistemas espaciales para sus fuerzas armadas, que ha creado un incentivo enorme para sus enemigos, con la intención de alcanzar dichos sistemas espaciales. Según Ashy, los Estados Unidos "deben estar preparados para defender dichos sistemas.

    "Es políticamente sensible pero, ocurrirá... lucharemos en el espacio. Vamos a tener que luchar desde el espacio... es por ello que los EE.UU han desarrollado programas de direccionamiento energético así cómo mecanismos para alcanzar y destruir. Expandiremos nuestros esfuerzos en dos misiones concretas: el control del espacio y la aplicación de la fuerza en el espacio, porque se convertirá en algo cada vez más importante. Algún día, nos aplicaremos en objetivos terrestres, naves, aviones y objetivos en tierra; desde el espacio. Nos aplicaremos en objetivos en el espacio, desde el espacio".

    ...

    El Tratado sobre Comercio de Armas...¿Un poco más cerca? (ARI)

    ARI Nº 122/2006 -- Análisis
    Javier Alcalde ( 5/12/2006 )

    Tema: Ha sido aprobada en el primer comité de Naciones Unidas una resolución que significa el primer paso para un futuro tratado sobre el comercio de armas.

    Resumen: Si hace unos meses el futuro de una reglamentación global que establezca controles efectivos a las transferencias de armamentos parecía casi utópico, en las últimas semanas han tenido lugar dos acontecimientos que pueden haber aumentado sus posibilidades de éxito. En primer lugar, el jueves 26 de octubre fue aprobada en el primer comité de las Naciones Unidas (el que trata las cuestiones de desarme y seguridad internacional) una resolución que, en síntesis, crea un grupo de expertos gubernamentales que estudiará el futuro desarrollo de un tratado internacional vinculante sobre transferencias de armas convencionales. Por otro lado, la victoria demócrata en las recientes elecciones legislativas estadounidenses abre nuevos enfoques en la Administración Bush, propensa hasta ahora a proteger los derechos de los propietarios de armas y que se verá obligada a dialogar con unas cámaras en manos de los demócratas, lo cual podría traducirse en concesiones significativas en política exterior y en un acercamiento a las Naciones Unidas. En cualquier caso, las perspectivas para regular el comercio de armamentos parecen bastante más abiertas ahora que hace solo unas semanas.

    Análisis

    Un tratado necesario

    ¿Por qué debería haber un tratado internacional que regule el comercio de armamentos? Como explican los Gobiernos del Reino Unido, Finlandia, Argentina, Australia, Costa Rica, Japón y Kenia en su propuesta, son demasiadas las lagunas, ambigüedades y contradicciones existentes en las leyes nacionales y en los acuerdos regionales sobre transferencias de armas, lo cual hace que estos últimos sean insuficientes para controlar de una forma eficaz las ventas irresponsables. En segundo lugar, afirman los partidarios del tratado, existe una fuerte motivación moral y humanitaria a favor de regular eficazmente la difusión de las armas, en tanto que factor que alimenta problemas fundamentales para la comunidad internacional, como combatir las amenazas del terrorismo internacional, promover el desarrollo en África o estabilizar Oriente Próximo. Así, la resolución aprobada argumenta que la falta de estándares internacionales en el comercio de armas convencionales es un factor que aumenta las consecuencias negativas de los conflictos, los desplazamientos de personas, el crimen y el terrorismo. La proliferación incontrolada de armas prolonga las guerras y agrava sus costes en términos de vidas humanas, así como los costes de oportunidad en términos de un potencial progreso de los países “en vías de desarrollo”. La situación actual en Irak sería un ejemplo de la intensificación de un conflicto con actos de resistencia y terrorismo llevados a cabo por una población civil demasiado armada.

    Argumentos contrarios

    Se ha afirmado que un tratado tendría consecuencias socio-económicas negativas para los mercados laborales debido a la pérdida de puestos de trabajo y a la reducción de los beneficios por parte de la industria de defensa. Sin embargo, argumentan sus partidarios, un acuerdo global vinculante protegería al comercio legal porque crearía una situación homogénea que impediría a los países exportadores que compiten en el mercado enviar ilegalmente armas a las zonas de conflicto, anulando la razón frecuentemente esgrimida por los exportadores irresponsables que sostienen que “si no vendo yo, otro lo hará”.

    No obstante, a este proceso que parece que toma alas tras la votación en el primer comité le ha costado bastante arrancar, desde que a mediados de la década de los 90 un grupo de premios Nobel de la Paz lanzase la idea. En la era del terrorismo internacional y en aras de favorecer la seguridad de la comunidad internacional, algunos dentro del movimiento pro-control de las armas pensaron que las nuevas prioridades de los gobiernos podrían significar un mayor apoyo a la regulación del comercio de armamento. Sin embargo, tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, algunos países han rebajado aún más los controles sobre las exportaciones de armas para poder proveer a las fuerzas de los “países amigos” (tanto gubernamentales como no gubernamentales) en nombre de la “guerra al terrorismo”.

    De hecho, el tratado es visto por parte de algunos Estados como una amenaza a la seguridad nacional, a su capacidad de autodefensa. Y es precisamente la capacidad de autodefensa a nivel individual uno de los argumentos esgrimidos con más éxito por influyentes grupos como la Asociación Nacional del Rifle (National Rifle Association, NRA), en relación a la segunda enmienda de la Constitución de EEUU, que es interpretada como garantía del derecho a la posesión de armas por los civiles tanto en contextos de autoprotección individual (para proteger la propia vida o la propiedad) como colectiva (basándose en la reivindicación clásica del derecho a la resistencia frente a la tiranía). Un éxito reflejado, de algún modo, en la ausencia de resultados concretos en acontecimientos internacionales como la Conferencia de Revisión de Armas Ligeras y Pequeñas (RevCon) que tuvo lugar en Nueva York el verano pasado.[1]

    ¿En qué consistiría un tratado internacional?

    En este punto conviene realizar algunas precisiones, pues se trata de un tema complejo que genera frecuentes confusiones. En primer lugar, un tratado sobre armas convencionales incluiría no solo armas ligeras y pequeñas como pistolas o fusiles, sino también armas pesadas como tanques, cañones y aviones. Así pues, no debe confundirse esta iniciativa con los esfuerzos por controlar la proliferación incontrolada de armas ligeras. Se trata de dos procesos hasta cierto punto relacionados, pero distintos. Por un lado, tenemos el Programa de Acción de la ONU sobre armas ligeras y pequeñas adoptado en 2001, que es básicamente una declaración a nivel político, careciendo por tanto de un fundamento jurídico y que cubre solamente las armas pequeñas. El Tratado sobre comercio de armas (TCA) es una propuesta de un grupo de premios Nobel de la Paz, liderados por el presidente de Costa Rica, Oscar Arias, y asumida desde octubre de 2003 por la campaña internacional “Armas Bajo Control”, en la que participan Oxfam, Amnistía Internacional y la Red Internacional de ONG contra la proliferación de armas pequeñas (IANSA, por sus siglas en inglés), la cual llevará en algún momento a la adopción de un tratado internacional con valor jurídico y que cubrirá no solo las armas ligeras, sino todas las armas convencionales. Los dos procesos son distintos, pero con una conexión clara, ya que en el proceso del Programa de Acción se intenta introducir cláusulas y artículos que hablen de controles eficaces sobre transferencias de armas ligeras como un paso más de cara a la consecución del TCA.

    La idea es que la firma y la implementación de un tratado podrían servir como efecto disuasorio para aquellos implicados en el tráfico ilegal y en el uso impropio de las armas, de modo que las violaciones del tratado preverían una sanción, lo que ayudaría a promover el respeto y la aplicación del TCA. Finalmente, un tratado reduciría la necesidad de numerosos otros acuerdos y facilitaría la coordinación y la aplicación de estándares comunes por parte de países diversos.

    ¿De cuánto apoyo cuenta la iniciativa a nivel gubernamental?

    Teniendo en cuenta la votación de la resolución vemos que 139 países votaron a favor, 24 se abstuvieron y 28 no participaron. EEUU fue el único país que se opuso abiertamente a la propuesta presentada por un grupo de países plural, cuanto menos geográficamente. En primer lugar, en este grupo de cabeza hallamos al Reino Unido, país clave en la creación de IANSA por su apoyo financiero (lo que condicionó hasta cierto punto sus objetivos y desarrollo en los primeros años de la coalición) y que ha ejercido hasta ahora una suerte de liderazgo, aunque sin llegar a asumir el papel que jugó Canadá en la prohibición de las minas antipersona o más recientemente Noruega en el caso de las bombas de racimo. Kenia ha sido un referente regional en distintas negociaciones internacionales de desarme y particularmente tanto en las minas antipersona como en las armas ligeras. Finlandia, presidente de turno de la UE, ha tenido un papel más activo en este caso que en otros (fue el único de la UE de los 15 que se negó a firmar el tratado de Ottawa). Costa Rica, pequeño Estado centroamericano sin ejército y con un premio Nobel de la Paz como primer ministro, apadrinó la idea desde el inicio. Por último, Australia, Argentina y Japón aseguran una representación plural que parece haber dado sus frutos. Solo se ha echado de menos la inclusión en este grupo de países de Oriente Próximo, los cuales carecen de una sociedad civil organizada que presione a sus gobernantes en estos temas y se han situado así en el grupo de los abstencionistas. En este sentido, el periódico en inglés Arab News comenzaba el 28 de octubre su editorial señalando que “sólo un cínico diría que el tratado de la ONU para regular el comercio internacional de armas es una absurdidad”, sin mencionar la posición de sus gobiernos al respecto, muchos de los cuales habían formado parte de las alianzas ad hoc que bloquearon la RevCon del pasado verano.

    Entre los países favorables cabe destacar, además de los países más afectados por conflictos armados, la presencia del Reino Unido, Francia y Alemania, tres de los seis máximos productores mundiales, así como de importantes exportadores como Brasil, Ucrania y Bulgaria. Sin embargo, otros importantes productores de armas como China, Rusia, la India y Pakistán se abstuvieron en la votación.

    El hecho de que EEUU se haya quedado solo en su voto negativo parece no preocupar a los estadounidenses, conscientes de la importancia de la regla de la unanimidad en el contexto de Naciones Unidas. Así, pese a mantener una posición tan minoritaria como la reflejada en la votación, ello les confiere un papel fundamental, que conocen muy bien: “El único modo para que funcione un tratado global de armamento es que todos los países se pongan de acuerdo en una norma”, en palabras de Richard Grenell, portavoz de la misión de EEUU en las Naciones Unidas.[2] La realidad es que EEUU es el mayor proveedor de armas del mundo. En un reciente informe elaborado por el independiente Congressional Research Service, EEUU sigue siendo el principal exportador mundial de armas, con un total de 8.100 millones de dólares a países en vías de desarrollo en 2005, el 45,8% del total, y a mucha distancia del segundo y tercero de la lista (Rusia y el Reino Unido, con el 15% y el 13% respectivamente).[3]

    El papel de España y las ONG

    La posición de España es clara en este tema. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció su compromiso de apoyar el TCA mediante una declaración pública el pasado 14 de julio de 2005, unos meses antes de que lo hiciese el Consejo de la Unión Europea. Sin embargo, y pese a que los discursos de los representantes españoles han ido siempre en la línea de respaldo a la iniciativa, hasta ahora España no ha sabido asumir un liderazgo real que supere la posición oficial de la Unión Europea. En cualquier caso, es de señalar la buena sintonía existente entre las organizaciones de la sociedad civil española y los representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación, quienes, participando de la tendencia dominante en Europa Occidental y en otros países, participan de forma conjunta en la conformación de la delegación y en la elaboración del discurso de toma de posición en las negociaciones.

    Por otro lado, el papel de las ONG ha sido en este caso más destacado y eficaz que en otras campañas en el ámbito de la seguridad y el desarme. En este sentido, hay que destacar que solo dos meses atrás, Prasad Kariyawasam, el presidente de la reciente conferencia de revisión del programa de acción sobre armas pequeñas y ligeras, se mostraba bastante pesimista a este respecto,[4] en parte debido al fracaso de dicha Conferencia.[5] Con iniciativas como visitar las sedes de los 192 gobiernos en 192 minutos, los activistas consiguieron doblar el número de países favorables a la resolución, desde los 60 que había a mediados de año hasta los 139 finales, en una maratón de esfuerzos de lobbying que ha puesto el colofón a la campaña “Armas Bajo Control” (Control Arms) iniciada en octubre de 2003 y que en julio de 2004 contaba solamente con el apoyo de 10 países: Costa Rica, Malí, Camboya, Finlandia, Islandia, Kenia, Eslovenia, Brasil, Holanda y Macedonia (véase el Gráfico 1).

    Gráfico 1. Número de países favorables al TCA (octubre 2003-octubre 2006)



    Cambio de rumbo en EEUU

    Un segundo acontecimiento ha tenido lugar recientemente, alterando sustancialmente las perspectivas de creación del TCA a medio plazo: las elecciones en EEUU. Desde el punto de vista del control de armamentos, la contienda se presentaba en cierta medida –y como viene siendo habitual en los últimos años– como una elección entre candidatos a favor y en contra de una legislación más rígida de la posesión y transferencias de armas, entre la Brady Campaign, nombre que recibe la red de activistas que trata de endurecer la regulación de las transferencias y la posesión de armas, y grupos como la National Rifle Association, conocida mundialmente por su defensa de los derechos de los propietarios de armas que, argumentan, radican en la segunda enmienda de la constitución americana. Ambos difieren en sus valoraciones de los resultados. Por un lado, el Centro Brady para la prevención de la violencia con armas de fuego afirma en su página web que los candidatos favorables a un mayor control han vencido en un 95% de los comicios en los que participaban, incluyendo las cinco elecciones a gobernador y los cuatro escaños del Congreso en los que el oponente era oficialmente apoyado por la NRA.

    Por otro, los cálculos del lobby de las armas son cualitativa y cuantitativamente distintos. Así, la Gun Owners of America (GOA), por ejemplo, subraya que entre los elegidos al Congreso hay ocho republicanos que simpatizan plenamente con la NRA (y que reciben la máxima calificación, “A”, en razón de su defensa de los derechos de los propietarios de armas), cuatro de los cuales suponen una “mejora” respecto a los parlamentarios republicanos que sustituyen. La GOA señala también que al menos cinco de los congresistas republicanos derrotados no eran fuertes defensores de la segunda enmienda constitucional y que dos de los senadores republicanos abogaban claramente por un mayor control. Por último, al menos dos de los senadores demócratas elegidos habrían declarado públicamente su apoyo a la NRA. En cualquier caso, es innegable que los partidarios de un mayor control se verán favorecidos por la mayoría demócrata en las dos cámaras, contando con influyentes aliados; baste señalar en la Cámara de Representantes a Nancy Pelosi, su portavoz, o John Conyers, líder del Comité Judiciario, encargado de supervisar la administración de justicia y las entidades que velan por el cumplimiento de las leyes federales estadounidenses; en el Senado, desde el líder Harry Reid a insignes miembros del Comité Judiciario como Pat Leathy, Ted Kennedy, Joe Biden, Herb Koh, Dianne Feinstein, Russ Feingold, Charles Schumer y Dick Durbin, todos ellos conocidos por su apoyo a una mayor regulación de la posesión y las transferencias de armas. Sin embargo, no hay que descartar ninguna posibilidad en cuanto a la futura legislación se refiere, pues simpatizantes del NRA mantienen todavía importantes puestos en la Administración norteamericana, como John Dingell, que se halla al frente del influyente Comité de comercio y energía.

    Conclusión

    Es (más) posible un tratado a medio plazo

    A modo de conclusión debe señalarse que el panorama internacional se ha modificado significativamente desde el verano pasado, de modo que un tratado global sobre transferencias de armamentos parece una opción realista en un horizonte a medio plazo (es decir, cinco años). Para ello, los Estados deberán ser fieles al compromiso adoptado en la resolución aprobada en el contexto de la ONU. El papel de los EEUU y sus renovadas cámaras legislativas, todavía como única superpotencia en las relaciones internacionales, será sin duda fundamental en la evolución de este proceso y su enfoque desde un ámbito multilateral. Y ello puede tener una influencia decisiva en un aumento de la legitimidad y del papel que la ONU puede todavía jugar en negociaciones internacionales, particularmente en el campo de la seguridad y el desarme.

    Así, a pesar de que grandes Estados como EEUU, China y Rusia podrían no apoyar un tratado sobre el comercio de armas, lo cual dificultaría sin duda su adopción, el proceso de aprobación de un tratado podría servir para alimentar el debate sobre este tema en la opinión pública y en la posición de los gobiernos. En cualquier caso, las reglas del juego que se adopten para desarrollar el proceso serán fundamentales; en concreto, si se pretende adoptar una iniciativa por consenso en el marco de las Naciones Unidas (como en el proceso de las armas ligeras) o si se busca un procedimiento más rápido y eficaz (como en el caso de las minas antipersona o en las bombas de racimo), aún a riesgo de deteriorar aún más la imagen y la legitimidad de la ONU, para tratar asuntos de desarme y seguridad internacional. Así que habrá que estar bien atentos al informe que elabore el grupo de expertos gubernamentales sobre el futuro desarrollo del TCA.

    Javier Alcalde

    Investigador en el Centro de Estudios Avanzados en Ciencias Sociales (CEACS) de Madrid y en el Instituto Universitario Europeo de Florencia (IUE)


    [1] Véase Javier Alcalde, “Las armas ligeras siguen sin control: el fracaso de la conferencia de revisión de la ONU”, ARI 82/2006, Real Instituto Elcano, 18/VII/2006, http://www.realinstitutoelcano.org/analisis/1014.asp.

    [2] Véanse, por ejemplo, los artículos en Der Spiegel (http://www.spiegel.de/international/0,1518,445129,00.html) y The Guardian (http://www.guardian.co.uk/armstrade/story/0,,1933807,00.html) el 28/X/2006, que recogen estas declaraciones.

    [3] http://www.boston.com/news/nation/washington/articles/2006/11/13/Global_arms_deliveries_in_2005

    [4] http://www.armscontrol.org/interviews/20060727_kariyawasam.asp

    [5] Véase Javier Alcalde, op. cit.

    La Militarización del Espacio, Antecedentes que lo Motivaron

    Document created: 12 December 02
    Air & Space Power Journal - Español Cuarto Trimestre 2002

    La Militarización del Espacio
    Antecedentes que lo Motivaron

    Mayor Howard D. Belote, USAF*

    *Quisiera agradecerle a tres membros actuales y pasados de la Escuela de Estudios Avanzados de la Fuerza Aérea por su ayuda crítica al iniciar este artículo: Teniente Coronel Roy F. Houchin II, quien igualmente sugirió el formato de presentación, Dr. Harold R. Winton, y Dr. David R. Mets.

    AL FINALIZAR los años 50, el Presidente Dwight D. Eisenhower condujo a los Estados Unidos hacia una política espacial con principios todavía vigentes. A pesar de la protesta general en contra de la Unión Soviética debido al lanzamiento del satélite Sputnik I, el Presidente Eisenhower trazó un programa espacial que llevó a la nación al liderazgo de lo que más anhelaba, la información, mientras limitaba los gastos de gobierno y preservaba el control civil de los intereses nacionales. Admitiendo, “ante todo, que el espacio estaba siendo espiado, no porque los Estados Unidos fuera una nación agresiva sino porque la Unión Soviética tendía a ocultar cosas,” el Presidente elaboró “una política estratégica sutil en su concepto y delicada en su ejecución. De esta manera, los Estados Unidos se presentaron como los campeones de ‘la libertad del espacio’, ... ‘el espacio para la paz’ y ‘el espacio para toda la humanidad’, una imagen que en la política americana era consecuente, por un lado, con el idealismo tradicional del respeto por las reglas y la ley y, por el otro, con el prestigio, en un contexto de Guerra Fría”1. Sencillamente, el Presidente Eisenhower creía profundamente que el espacio sin armas era lo mejor para los intereses de la nación.

    Sin embargo y, casi de inmediato, la creciente Fuerza Aérea comenzó a buscar otros caminos para expandir sus prerrogativas institucionales en el nuevo medio. Aunque algo prematuro como para hacerse a un lugar en este tema espacial, enfocado principalmente en el hallazgo de salidas, en medio del complejo tema de las leyes internacionales y de los límites de soberanía del espacio2, la Fuerza Aérea desarrolló algunos proyectos no muy acordes con las ideas de sus líderes políticos. En realidad, la Fuerza Aérea trabajó simultáneamente en dos frentes: la investigación y el desarrollo espacial y, entre ellos, el programa de vigilancia espacial Dyan-Soar, cancelado por el entonces Secretario de Defensa Robert S. McNamara y, otros que posteriormente se utilizaron en el proyecto de la militarización del espacio.3

    Lo anterior no significa que todos los militares estén a favor de un despliegue de armas en el espacio. Para la Fuerza Aérea, el debate espacial sigue vivo y candente según lo corroboran las páginas de su revista oficial. Así, artículos tales como Primavera 1999 Airpower Journal escritos por el General Thomas Moorman, el Mayor Shawn Rife y el Senador Bob Smith muestran que el tema es de permanente actualidad.4 Un pequeño pero bien ilustrado ejemplo de este debate es la serie de cinco artículos publicados entre los años 1968 y 1998 en Airpower Journal y su predecesor, Air University Review, que muestran los argumentos de los que están a favor y en contra de la militarización del espacio, al mismo tiempo que se constituyen en soporte histórico para la continuidad del debate. El contexto en el cual fueron escritos estos artículos, sus temas comunes y sus respectivos argumentos de fortaleza y de debilidad sugieren una política espacial, viable para todos, en un futuro cercano.

    Primeros Pasos
    Hacia la Militarización

    A finales de 1968, el Mayor General Oris B. Johnson, Comandante de la 9ª División de la Defensa del Espacio Aéreo, escribió un artículo que ayudó a abrir las puertas a los partidiarios de la militarización. En el artículo: “El Espacio: Hoy en día, la Primera Línea de Defensa”, el General Johnson enfatiza sobre “la continuidad del espacio aéreo intermedio” y la inevitable naturaleza de esta Fuerza Aérea de crecer en el espacio y afirma que “física y conceptualmente la expansión de este sistema militar, más allá de la baja atmósfera, se ha tornado natural y evolucionista”. Seguidamente, el General hace una declaración que podría tener eco en el debate espacial durante unos 20 años más: “Los sucesos soviéticos en el ámbito espacial, acompañados de la intención de dictar las reglas al mundo, no dejan lugar para la complacencia. Mientras nuestro deseo de utilización del espacio es tan solo con fines pacíficos, los soviéticos, en cambio, están profundamente comprometidos con su programa espacial, motivados con fines militares”6.

    Aunque el General Johnson reconoce que el objetivo de los Estados Unidos es la paz en el espacio, él se apoya, sin embargo, en los ensayos soviéticos de bombardeo fraccionario orbitacional y en el sistema de misiles antibalísticos para argumentar que “la necesidad de un eficiente sistema defensivo del espacio es obvio y urgente”.7

    Después de enfatizar sobre la amenaza del “Oso Soviético”, el General Johnson traza las bases de la defensa del espacio aéreo. El describe las cuatro funciones: detección, identificación, intercepción y destrucción, y explica cómo aplicarlas en la defensa contra los misiles balísticos intercontinentales y en la defensa del espacio.

    Concerniente a los misiles balísticos, el General Johnson anota el cómo y el por qué de una rápida detección y hace después un análisis de las dificultades técnicas como la aceleración, la trayectoria y la fase de intercepción de dichos misiles. Reconoce la importancia de esos problemas y propone un sistema operacional anti-misil al comienzo de los años 1970.8 Finalmente, hace la descripción de la capacidad de la nación para rastrear objetos en el espacio como único medio de defensa del espacio aéreo, en ese entonces.

    Preocupado por la brecha que representaba esta defensa, el General Johnson concluye que la estrategia nacional “depende antes que todo de la capacidad de las fuerzas estrátegicas de sobrevivir y reaccionar” y que por lo tanto “la nación que primero despliegue un sistema efectivo de defensa del espacio tiene la ventaja militar”.9

    Sin embargo, desconociendo, tal vez, las restricciones políticas concernientes a las armas espaciales, él hace un llamado explícito a la militarización del espacio. Aunque a favor de “un despligue de armas de defensa contra la amenaza existente del espacio tan rápido como sea factible”, él cita algunos requerimientos explícitos limitados a la detección, seguimiento e identificación, pero no al sistema de destrucción.10 El General evita referirse a la política del espacio neutral pero señala el camino a los seguidores de una militarización.

    Abogando a Favor

    En la década de los años 70, reflejando, tal vez, el cansancio de la guerra del Vietnam o el idealismo de la Administración Carter, Air University Review publicó unos pocos artículos sobre la militarización del espacio. Sin embargo, en la década de los años 80, en el marco de la Guerra Fría, la revista renovó el debate con intensidad, debido a la retórica del “imperio del mal” y al temor generalizado de una guerra nuclear.11 Uno de los primeros autores que recogió la amenaza, basada en los razonamientos del General Johnson, fue el Mayor Steven E. Cady, Oficial del bombardero nuclear B-52 y autor del artículo “Despliegue de Armas en el Espacio: Una Realidad que Debemos Confrontar.”12 El Mayor Cady comienza con algunos estimativos provenientes de la Oficina de Evaluaciones Tecnológicas, diciendo que entre 70 y 160 millones de muertes sería el resultado preliminar de un ataque nuclear, con otros millones más por morir, posteriormente. Él combina esta visión con la siguiente alerta “el poder de la nación derivado de su arsenal militar y nuclear es menor al que cree poseer el Ejército de los Estados Unidos”. Debido a factores políticos de organización y de conducta, el Mayor Cady sostiene que “la percepción de los soviéticos sobre el poder disuasivo de los Estados Unidos es inferior al de muchos líderes de la nación”.13 Para terminar la descripción de esta amenaza el Major Cady menciona una lista de los logros soviéticos, demostrando que “los Estados Unidos, en tierra, mar y aire, han dejado de ser la nación más poderosa del mundo y, que en términos de capacidad de armamentos del espacio, los soviéticos están a la delantera y, parecen continuar con ese liderazgo por varios años más”.14

    Afortunadamente para quienes se muestran impresionados por esta nota alarmista, el Mayor Cady presenta el remedio para esta situación: “partículas de rayos láser disparadas desde satélites orbitales con miras a destruir objetivos en tierra, satélites o misiles enemigos situados a cientos de millas de distancia, justamente después de su lanzamiento”. Haciendo claridad sobre el aspecto erróneo de la clásica teoría de la disuación, el Mayor Cady argumenta que estas armas energéticas ofrecen un potencial importante para restaurar el poder disuasivo de la nación.15 Hace referencia a algunas preguntas sobre la legalidad del proyecto con la observación de que “esas preocupaciones cosméticas de la ley son únicamente apropiadas para un mundo utópico” a la vez que admite que el despliegue de tales armas podría ser difícil y costoso.16 El cree, sin embargo, que tal despliegue no conduciría a una carrera armamentista ya que “el historial de la Unión Soviética en su política extranjera y militar es más bien cautelosa” y, según él, es razonable pensar más bien que los soviéticos actuarían de una manera muy prudente si los Estados Unidos optasen por esas armas energéticas; aún más, concluye el Mayor Cady afirmando que “los soviéticos podrían fácilmente llevar la delantera en el desarrollo de tal sistema y, en este caso, le convendría a los Estados Unidos establecer una paridad de fuerzas”. De ahí, se deduce, que los Estados Unidos de América “no tienen otra alternativa más que la de optar por este programa de urgencia nacional, el cual iría más allá del proyecto Manhattan”.17

    En resumen, el Mayor Cady apoya la entonces aceptada pero ahora desacreditada idea de la militarización del espacio.

    El Contra-argumento del
    Control de Armas

    Sería injusto catalogar de rídiculas las ideas del Mayor Cady, en el contexto que siguió a la Guerra Fría. No era el único que compartía ese razonamiento. Es de anotar, igualmente, la existencia de una facción importante que se oponía a la militarización del espacio, y precisamente, la Air University Review incluye esas voces en el debate publicado.

    Reaccionando especificamente contra la “iniciativa de defensa estratégica” del Presidente Ronald Reagan, el doctor Robert M. Bowman arremete contra aquellos que quisieran desestabilizar la situación internacional con esos consejos enfermizos de despliegue de armas anti-satélites y de defensa espacial contra los misiles balísticos.18 El autor, un oficial retirado de la Fuerza Aérea, con un doctorado del Instituto Tecnológico de California, con un largo historial de trabajos sobre tecnología espacial y director (en 1985) en Asuntos de Seguridad en el espacio, basa sus argumentos en un detallado estudio sobre Schelling y su teoría de persuación. Según este último, no tiene la ventaja quien golpea primero sino quien muestra una política de transparencia y de capacidad de sobrevivencia. El sistema anti-satélite desarrollado únicamente por estar los soviéticos trabajando en uno de ellos, amenazaba con neutralizar la influencia benéfica estabilizadora de los satélites de detección.19 Combinado con la capacidad del nuevo misil MX de golpear primero, el doctor Bowman opina que un operacional sistema anti-satélite podría conducir a los soviéticos a una postura de alerta un tanto agresiva haciendo que la sobrevivencia de los Estados Unidos dependa de la confiabilidad de las computadoras rusas. Peor aún, él se pregunta: “Qué pasaría si un satélite de detección soviético fuese destruido por un meteorito o sufriese un serio percance eléctrico?”20

    Dejando atrás esta imagen, el doctor Bowman va hacia su verdadero objetivo: el sistema de defensa de misiles balísticos o de la Guerra de las Estrellas del Presidente Reagan. Citando las similitudes tecnológicas entre los anti-satélites y los anti-misiles, el doctor Bowman declara que “desde un punto de vista de operación militar, al igual que el de control de armas, el armamentismo espacial debe ser tratado como un todo”; y, anota seguidamente, que “la decisión a tomar sobre cómo proceder en el tema de los anti-satélites y los anti-misiles debe ser urgente en el tiempo. Si esas armas son poco factibles, muy onerosas o están en detrimento de la seguridad de la nación, entonces, se debe negociar un comprensivo y verdadero interdicto sobre la totalidad de las armas del espacio.”21

    De una manera poco sorprendente, el doctor Bowman enumera los peligros de un escudo anti-misil poco seguro y, por ende, poco fiable y, concluye, que no se puede lograr esta capacidad anti-misil sin antes adoptar una actitud agresiva. Por lo tanto, dice, la Guerra de las Estrellas va más allá de lo que se requiere para consolidar una poliítica disuasiva, aunque al mismo tiempo se muestra insuficiente para reemplazarla. Y continúa diciendo, que “el mejor camino para la Administración Reagan es demostrar ... que es sincera... y que debería unirse a la moratoria soviética para un cese del proyecto anti-satélite.”23

    En síntesis, aunque la conclusión del doctor Bowman está de acorde con la visión original del Presidente Eisenhower de “el espacio para la paz”, no puede desconocerse su relevante apariencia de fanático y de hombre poco abierto de espíritu para aquellos que abogaban por la militarización del espacio. Su teoría sobre la disuación es razonable pero muy simplista cuando pasa del tema de la desestabilización espacial al de la “no beligerancia”.

    Algo de Temor

    En el año 1989, el Muro de Berlín se derrumba y el contexto sobre la polémica de la militarización del espacio cambia radicalmente. Privados del espectro monolítico soviético, los seguidores de la militarización del espacio necesitan de una nueva amenaza y crean seguidamente otra. Para ilustrar los peligros, todavía inherentes al período posterior a la Guerra Fría, el Teniente Coronel Michael E. Baum, Piloto del avión B-52, con un doctorado en Análisis de Sistema, escribe el artículo “Hacia el Altar: La Militarización del Espacio”.24 Utilizando un escenario de ciencia-ficción, él describe como la “peor falla de inteligencia de los años 70” la ejecución, por parte de los chinos, en diciembre del año 2011, de una sorpresiva maniobra similar al ataque sobre Pearl Harbor, al lanzar, desde el espacio, una serie de acciones devastadoras contra los Estados Unidos. El nuevo enemigo utiliza el sistema destructivo anti-satélite y el armamento espacial energético para destruir una amplia gama de Bases y Comandos americanos, de control, de inteligencia, de vigilancia y de reconocimiento; así como áreas de comunicación, de sistemas de lanzamiento, de transporte y de material bélico. Simultáneamente, los chinos atacan las Fuerzas de Paz de las Naciones Unidas, en las Islas Spratly, con lo cual, la comunidad internacional cede muy pronto al control chino. Con miras a sacar luces de lo acontecido en el Pear Harbor del 2011, el Comandante Jefe del Estado Mayor fue llamado a testificar ante el Congreso, en los días confusos del mes de abril del año 2012. El General William Smith, en este relato de ciencia-ficción, admitió que los Estados Unidos sacaron, una lección equivocada, de la Guerra del Golfo Pérsico y que deberían haber continuado con el dominio del espacio, dentro de un contexto de fuerzas disuasivas.26 Así mismo, dijo, que las Fuerzas Armadas, en el período posterior a la Guerra Fría, optaron por una estrategia incongruente en lo que se refiere al desarrollo de una doctrina espacial, ciega en no querer admitir una militarización del espacio, como el hecho de institucionalizar una serie de fallas de las cuales los chinos sacaron provecho. Por lo tanto, el General Smith/Baum sugiere correctivos a esos puntos un tanto vulnerables y, recomienda el desarrollo de un programa de armamento energético orbital que comprende tres partes: armas láser de protección activa, de protección orbital pasiva y un sistema anti-satélite.

    Tal como lo había hecho el Mayor Cady, 12 años atrás, el Coronel Baum rechaza la visión del período Eisenhower, aboga por las bases de armamento espacial y, dice que los seguidores de la teoría de “el espacio libre de armas”, tienen la cabeza enterrada en la arena sin saber qué hacer en el caso de una clara amenaza.

    De Regreso al Futuro

    Finalmente, en 1998, se retomó la idea original de Eisenhower, “el espacio libre”, evidenciado en el artículo escrito por el Teniente Coronel Bruce M. DeBlois, “El Santuario del Espacio: Una Estrategia Nacional Viable”. El autor, un destacado Profesor de la Academia de la Fuerza Aérea y de la Escuela de Estudios Aéreos Superiores, saca a la luz una pieza del rompe-cabezas omitido por Johnson, Cady, Bowman y Baum: el contexto histórico-político-cultural en el cual se inició el debate sobre la militarización del espacio. El autor admite que “no se puede negar la ventaja militar inmediata de aquella nación que despliegue primero armas en el espacio”, pero ello implicaría “costos a largo plazo no sólo militares, sino sociales, políticos y económicos”.28 Alineándose a los escritores del período de la Guerra Fría, DeBlois hace una reseña histórica de la Teoría de la Disuación y, va más allá de su contexto descriptivo. El revisa nuevamente la postura del Presidente Eisenhower y de las Administraciones que siguieron, en materia de espacios abiertos, y hace hincapié en la realidad política, en la amenaza que representaría la tendencia armamentista del espacio, en sus limitaciones tecnológicas, en sus impedimentos culturales (los americanos no se consideran agresores) y en los costos enormes de inversión que implicaría este proyecto de armas en el espacio.

    En una serie de 10 puntos, rechazando esta estrategia armamentista, DeBlois concluye que “lo que se puede conseguir en el espacio orbital, se puede conseguir también en el espacio aéreo, sin el peso político de la militarización espacial”.29

    Reforzando este llamado de considerar el espacio como un santuario, el autor incluye en su artículo una serie de recomendaciones, promulgando la paz en esta “visión del espacio”, y abogando por una prohibición de un espacio armado, mediante un tratado.

    Aunque claramente opuesto a una militarización del espacio, el autor rechaza que se le critique acusándolo de esconder su cabeza en la arena. Por el contrario, él hace un llamado a la vigilancia, diciendo que “la otra tendencia histórica ha sido la de invertir en investigaciones y en desarrollo de armas para proteger nuestro santuario espacial y, que el hecho de seguir con la política del espacio-santuario no nos impide el estar preparados para algo diferente; en realidad, habría fuertes argumentos indicando que estas tesis bien conducirían a seguir con esta tendencia; por lo tanto, no habría ganancia alguna, desafiando esta política”.30 DeBlois continúa recalcando, a todo lo largo del artículo, que el espacio no es en sí mismo un centro de gravedad sino más bien un espacio que contiene una serie de elementos vulnerables que se deberían eliminar o proteger. En todo caso, el autor arguye que existen mejores estrategias que la carrera armamentista para la protección de esta política: estrategias que continúan con 40 años de búsqueda de una seguridad del entorno espacial, de su estabilidad y ... de la continuidad de varios proyectos encaminados hacia la cooperación que, a su vez, velen por los intereses nacionales, tales como la seguridad a largo plazo, una economía saludable y sus valores constitucionales reconocidos en el mundo entero.31

    Conclusión

    A través de cinco artículos sacados de 30 años de publicación de Air University Review y Airpower Journal, persiste un debate todavía sin resolver. Lejos del concepto del Presidente Eisenhower sobre un espacio libre de armas, un especialista de la defensa espacial, en el período de la carrera hacia la luna, promueve el despliegue de un avanzado sistema de satélites en materia de vigilancia y de seguimiento, acompañado posteriormente de un sistema de armas defensivas. Catorce años más tarde, en plena escalada de misiles balísticos de largo y mediano alcance, durante la Guerra Fría, un Mayor de la Fuerza Aérea exclama: “Cuidado con el Oso Soviético!” y hace un llamado abierto hacia la militarización del espacio. En respuesta a llamados similares, entre ellos, el programa de intercepción de satélites del Presidente Reagan, un oficial retirado de la Fuerza Aérea y líder estratégico de las fuerzas blindadas opina que las armas espaciales crearían un factor desestabilizador y deberían, por lo tanto, ser impedidas a toda costa.

    La desaparición de la amenaza de los soviéticos no impidió que los simpatizantes de esta militarización crearan nuevas amenazas, ahora, en manos de los chinos, y solicitarán un rápido desarrollo y despliegue de una nueva fuerza de disuación.

    Finalmente, un académico activista, llevó el argumento a su punto de partida, condenando el exceso en esta materia y, sugiriendo, para el futuro, una política pragmática libre de amenazas.

    Qué lecciones se podrían sacar de este debate sobre la militarización del espacio? Examinando el factor común de esta controversia, se puede ver, que los simpatizantes de ambos bandos polemizan fuera del contexto original, deslizándose hacia el fanatismo. Aquellos que promueven la militarización asumen, de una manera simplista, que la creación de una nueva arma alejaría toda amenaza y facilitaría la correlación. Haciendo esto, ellos ignoran la Historia, la Cultura y la Economía de una Nación. No se podría culpar mucho al Mayor Cady, por su alarmismo, en la década de los años 80, a pesar de que él plasmó una imagen distorsionada del americano, como agresor; y su sucesor el Coronel Baum no tuvo en cuenta que fue precisamente la carrera armamentista de la Unión Soviética la que la condujo al colapso. Y, además, cómo podría la economía china crear un sistema de armas en el espacio, capaz de destruir de un solo golpe a los Estados Unidos? Más aún, todos los simpatizantes de esta militarización, incluyendo al General Johnson, olvidaron la primacía política de Clausewitz. Cada Administración, en los últimos 40 años, ha validado la postura original de Eisenhower. No existe política alguna que pueda contrarestar el paradigma de “el espacio para la paz”.

    Parafraseando Walter McDougall, “no hay otra salida” que tenga mas en cuenta la realidad política de este país.32 Finalmente, el doctor Bowman, único representante de aquellos que proponen un control de armas, saca de su contexto original los argumentos sobre los cuales él se basa. Además, pide al lector la aceptación de la idea de la no militarización del espacio, minimizando el peligro de una amenaza real contra la cual es preciso protegerse, limitando así el campo de la investigación. Como resultado, hace un llamado a unirse a la moratoria soviética, mientras otros claman “el espacio está en peligro”.

    Los primeros cuatro artículos, tomados en su conjunto, tienden a estar fuera de contexto debido a su carácter fanático. Contienen argumentos vigorosos pero, a la vez, débiles en su base política. Haciendo un enfoque específico en su contexto de origen, el Coronel DeBlois, en su artículo, evita esa trampa y esboza una serie de recomendaciones prácticas. DeBlois rechaza la noción de que la militarización del espacio es algo inevitable y se inclina a la idea de que las relaciones internacionales pueden cambiar y que los Estados Unidos pueden garantizar la seguridad mundial sin la necesidad de un costoso sistema de armas en el espacio.

    Más importante aún parece ser su argumento sobre la continuidad de esta política que ha funcionado por más de 40 años. El Presidente Eisenhower dijo, en alguna ocasión, que “había que enfrentar la amenaza soviética con una economía totalmente saludable y, que sin una economía sana y en crecimiento sostenido, nada se podría lograr al largo plazo,33 en el ámbito nacional e internacional” y, convencido profundamente de que el espacio servía a los intereses americanos, creó las condiciones favorables para lograr la preservación de la paz en el espacio, facilitando de esta manera la consolidación de su estrategia. Treinta años mas tarde, al final de la Guerra Fría, los Estados Unidos, basados en una política de seguridad, se beneficiarían de una fuerte economía.

    La no militarización del espacio puede estar, hoy en día, más que nunca, a favor de los intereses de una Nación provista de una tecnología de punta que supera por su magnitud la del resto del mundo.

    Qué sentido puede tener el solucionar un problema que aún no ha surgido?

    Notas

    1. Walter A. McDougall, Los Cielos y la Tierra: Una Historia Política de la Era Espacial (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1985 ), 194.

    2. Ver, por ejemplo, Coronel Martin B. Schofield, “Control del Espacio Exterior,” Air University Quarterly Review 10, No. 1 (primavera 1958): 93-104, y Mayor Charles A. Roberts,” “Espacio Exterior y Soberanía Nacional,” Air University Quarterly Review 12, No. 1 (primavera 1960): 53-65

    3. El Dyna-Soar era un vehículo espacial hipersónico, planeador, rehusable y plataforma espacial tripulada, diseñada para varios tipos de misiones espaciales militares. Para mayor información sobre el programa militar espacial tripulado, refererirse a Roy F. Houchin II, “Tecnología Hipersónica y Doctrina del Espacio Aéreo,” Air Power History 46, No. 3 (otoño y Doctrina Aeroespacial, “Air Power History 46, No. 3 (otoño 1999): 4–17.

    4. Gen. Thomas S. Moorman Jr., “La Explosión del Espacio Comercial y las Implicacciones para la Seguridad Nacional,” Mayor Shawn P. Rife, “Separatismo en el Poder Espacial,” y Senador Bob Smith, “El Reto del Poder Espacial,” Airpower Journal 13, No. 1 (primavera 1999): 6–39

    5. Mayor Gen. Oris B. Johnson, “El Espacio: Hoy en Día, la Primera Línea de Defensa,” Air University Review 20, No. 1 (noviembre-diciembre 1.968) : 96.

    6. Ibid., 97.

    7. Ibid., 96.

    8. Ibid., 99.

    9. Ibid., 101-2.

    10. Ibid., 102.

    11. Alusión a la famosa serie televisiva “Al Día Siguiente”, una miniserie que describe una vida post-apocalíptica; Mel Gibson en el papel de la película Mad Max; y la popular cinta cinematográfica Juegos de Guerra, entre otros ejemplos.

    12. Mayor Steven E. Cady, “Despliegue de Armas en el Espacio: Una Realidad que Debemos Confrontar,” Air University Review 33, No. 4 (mayo-junio 1982): 33-39. Para otros artículos a favor de la Militarización del Espacio, referirse a Dr. Barry J. Smernoff,: “El Valor Estratégico del Espacio Basado en las Armas de Rayos Láser,” Air University Review 33, No. 3 (marzo-abril 1982): 2-17.

    13. Cady, 34. Como soporte, Cady cita a Roger D. Speed, Disuasión Estratégica en la Década de los Años 80 (Stanford: Hoover Institution Press, 1979); el argumento hace eco en la obra más conocida de los científicos políticos Graham Allison y Robert Jervis.

    14. Cady, 35.

    15. Ibid., 36. Como lo explicó el científico político Karl Mueller, profesor de relaciones internacionales en la Escuela de Estudios Aéreos Avanzados, la clásica teoría de la disuasión postula que un pueblo que teme es bueno, pero la amenaza de las armas es mala, pues sugiere una actitud agresiva.

    16. Ibid.

    17. Ibid., 38.

    18. Dr. Robert M. Bowman, “El Control de Armas en el Espacio: Preservando el Frágil Sistema del Espacio Estratégico sin el Uso de las Armas,” Air University Review 37, No. 1 (noviembre-diciembre 1985): 58-72.

    19. Ibid., 62.

    20. Ibid., 63.

    21. Ibid., 65-66.

    22. Ibid., 70.

    23. Ibid., 71,72.

    24. Teniente Coronel Michael E. Baum, “Hacia el Altar: La Militarización del Espacio,” Airpower Journal 8, No. 1 (Primavera 1994) : 52-62. Para un similar escenario de amenaza futurística, refererirse al Capitán Fred Kennedy, Capitán Rory Welch, y Capitán Bryon Fessler, “Una Brecha en la Visión del Futuro: Retrospectiva,” Airpower Journal 12, No. 2 (Verano 1.998): 84-94, concierne esas fuerzas multinacionales entre las cuales están Corea del Norte, Irán e Irak que constituyen un frente de amenaza mundial.

    25. Baum, 53.

    26. Ibid., 59.

    27. Teniente Coronel Bruce M. DeBlois, “El Santuario del Espacio: Una Estrategia Nacional Viable,” Airpower Journal 12, No. 4 (invierno 1998): 41-57.

    28. Ibid., 41.

    29. Ibid., 52.

    30. Ibid., 57, nota 43.

    31. Ibid., 55-56.

    32. Haciendo un temprano análisis de las implicaciones políticas de la era espacial, McDougall escribe, “A pesar de las ideas fantasiosas de algunos legisladores del espacio, no hay que perder de vista las rivalidades políticas de este mundo” (178).

    33. Ibid., 138.

    Colaborador

    El Mayor Howard D. “Dave” Belote, USAF, (Licenciatura, Universidad de Virginia; Maestría, Universidad Aeronáutica Embry-Riddle; Escuela de Estudios Avanzados Aéreos, MAAS), es Jefe de Planeamiento y Doctrina Estratégica para la Séptima Fuerza Aérea y Jefe de la Célula del Comando Aéreo de Sincronización, Osan Ab, Corea. El presta sus servicios como primer consejero en el teatro de operaciones de fuerzas aéreas combinadas en acción y escribe los documentos estratégicos que guían los planes del espacio aéreo y sus objetivos. Anteriormente, prestó sus servicios como inspector de operaciones de combate en la Oficina del Inspector del Cuartel General del Comando de Combates Aéreos y voló los aviones F-16 y F-111 en giras sobre la Base Aérea Hill, Utah y en la Base RAF Lakenheath, Reino Unido. Sus artículos sobre la Teoría Militar y el Poder del Espacio Aéreo fueron publicados en Strategic Review y Airpower Journal, y su monografía titulada Una vez en la Luna azul: Hombres en el Teatro de Combate está por publicarse en la revista Air University Press. En un Graduado Distinguido de la Escuela de Escuadrón de Oficiales y del la Escuela Superior de Comando y Estado Mayor, Base Aérea Maxwell, Alabama.
    Declaración de responsabilidad:

    Las ideas y opiniones expresadas en este artículo reflejan la opinión exclusiva del autor elaboradas y basadas en el ambiente académico de libertad de expresión de la Universidad del Aire. Por ningún motivo reflejan la posición oficial del Gobierno de los Estados Unidos de América o sus dependencias, el Departamento de Defensa, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos o la Universidad del Aire. El contenido de este articulo ha sido revisado en cuanto a su seguridad y directriz y ha sido aprobado para la difusión pública según lo estipulado en la directiva AFI 35-101 de la Fuerza Aérea.

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    Publicación Original: http://www.airpower.au.af.mil/apjinternational/apj-s/4trimes02/belote.htm"target="_blank"